LA DEMOCRACIA


De la democracia Aristóteles decía, gobierno ideal, pero predijo Platón (que como buen maestro siempre tiene una lección más que dar), que cuidado con ella, porque puede acabar muy mal. Y es que a la mayoría, le engaña cualquiera, y no hay mayor disgusto que un gobierno fruto del miedo y del susto degenere en tiranía.

Voy a tratar de ser lo más cuidadoso posible para evitar categorizar lo que a continuación se va a contar, mi intención es narrarles circunstancias, y que Uds. las cataloguen.

Empecemos, con lo antedicho, con el problema de que un gobierno sea producto del miedo y del susto. Imagínense que existiera un país gobernado por quien ha basado su campaña en el único mensaje de ser la alternativa al “túnel tenebroso del tiempo”; imaginen que se definan como la única alternativa a la represión y a la dictadura; imaginen que no defiendan ideas, y que vendan las pocas que puedan tener solo por un día más en sus poltronas. Pues si ya lo han imaginado sabrán que, de aquellos vientos, estos lodos.

Me encanta la locución latina “excusatio non petita, accusatio manifesta”, que viene a decir que, quien sin ser preguntado, lanza su coartada, probablemente esté indicando su culpa. Pues quien normalmente venga a salvarte de una dictadura que no existe, por seguro tendrá muchas posibilidades de terminar convirtiéndose en tal.

Así las cosas, cabría repasar aquellas garantías que convalidan la eficacia de un sistema democrático ejemplar, pues de cumplirse las mismas, poco habría que achacar a dicho sistema, véase: la separación de poderes, el control parlamentario al poder ejecutivo, la independencia de los órganos administrativos, la independencia de los órganos judiciales, la posibilidad de que gobierne quien la mayoría decida, etc.

Comencemos imaginando que la independencia del poder judicial y de las instituciones aledañas queda adulterada: supongan que se enjuicia un delito de rebelión, y que la Abogacía del Estado, encargada de la defensa de la Administración Pública, deja de considerar el suceso como rebelión tras un cambio de gobierno (casualidades de la vida).

Supongan que la Fiscalía General del Estado, queda representada por primera vez en nuestra historia por quien no es fiscal de carrera, y supongan a mayores que tal representante además ha sido Ministro de Justicia del gobierno que le sustenta en el cargo. No les voy a pedir que supongan que dicha persona además es la pareja de un juez con claras afinidades ideológicas y condenado por prevaricar, porque ya sería demasiado suponer ¿o quizá no?

Supongan que se aprueba una ley que obliga a sus Señorías a reducir condenas y excarcelar agresores sexuales, y que el ejecutivo que la dicta, en lugar de mirar su ombligo y reconocer el error, culpa a tales jueces de la aplicación de lo que ellos promulgaron, llamándolos “fascistas y machistas”.

Supongan que la justicia, en contra de su propia definición, deja de ser justa, porque deja de ser igual para todos, y que los condenados por algunos delitos (de nada desdeñable naturaleza), pueden ser indultados y amnistiados so pretexto de concordia y convivencia pacífica.

Imaginen ahora con respecto al control parlamentario, imaginen que desaparece, porque el ejecutivo abusa de la potestad del real decreto para gobernar a su antojo, sin la necesaria aprobación de la mayoría de las fuerzas políticas. O lo que es peor, imaginen que cuando dicho control parlamentario, por imperativo legal no puede ser saltado, se encuentran en un país que lleva sin Presupuestos más de 1.350 días. Si quieren en otro momento analizamos lo que más de 3 años sin presupuestos implica para todos nosotros.

Si han imaginado o supuesto tales circunstancias, divaguen Ud. sobre si viven en un país con la necesaria separación de poderes.

Piensen además que nadie, o casi nadie, puede narrarles estas circunstancias, pues las garras de tal poder ejecutivo se habrían extendido también a los medios de comunicación, de tal modo que la independencia de las cadenas públicas ha quedado absolutamente condicionada, colocando únicamente afines, que no narran más allá del canto que quienes los pusieron quieren escuchar. Piensen que la falta de independencia y parcialidad de los medios públicos de comunicación, que no olviden son sufragados por todos nosotros, ha llegado hasta tal punto, que se contrata a dedo, y se entregan presupuestos millonarios sin ningún criterio, con el solo objetivo de competir contra quien en prime time, desde una cadena privada, les intenta narrar las barbaridades del gobierno. Piénsenlo y denle unas vueltas o revueltas a esta idea.

Piensen que Uds. tratan de huir de tanta putrefacción institucional, y quieren refugiarse por ejemplo en el deporte rey, y cuando llegan al mismo observan que también aquí tal gobierno se salta las normas antepuestas a su existencia y decide que futbolistas, pese a no cumplir dichas normas, pueden o no jugar al futbol, ya saben “Olmo parece, plata no es” ¿Era así no?

Evoquen ahora que el gobierno en cuestión que, (solo en nuestro imaginario fascista) ha podido corromper todas estas garantías de un estado moderno, ni tan si quiera es secundado por una mayoría. Si no que por el contrario, se autoerigió tras el derrocamiento del gobierno anterior, y se sustenta en el poder, pese a no ser el más votado, de la misma manera que hacía Lehman Brothers con sus cédulas hipotecarias, que no es otra que parcelando y vendido dichas parcelas de nuestro estado.

Y ya sé que podría proponerles evocar muchísimas más cosas, podría decirles que evocaran a esposas, a hermanos, a titos (berni), a Ministros y asesores, y a otros tantos y tantos pobres agraviados por estos jueces fascistas antecitados. Pero, voy a seguir buenos consejos, a no sobrecargarles con metáforas y a acortar el presente, a ver si llegamos a más público, que teniendo en cuenta la gravedad del imaginario relatado, no me parece tema menor su difusión.

Así, sus deberes de hoy son relativamente sencillos, piensen, si con todas las suposiciones expuestas, y en el caso de que las mismas se dieran, estarían Uds. residiendo en un estado democrático.

Como siempre les digo: no esperen un final, no busquen una conclusión, ni tan siquiera, en este caso, mi opinión.


Abrazos.

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